lunes, 28 de marzo de 2011

Confesiones de otoño

Yo tuve el fin y era más
Yo tuve el más y era el fin
Yo tuve el mundo a mis pies
Y no era nada sin tí
Crucé la línea final por tu amor
Charly García

Si te suena familiar esta simpatía por tenerte rondando, disfrazado de tiempo e ilusión, caminando sobre mis pasos...Y si no te agarro y te sostengo cerca mío, solo es porque me gusta verte volar en mis ojos. No parpadeo, no quiero, tu figura se me dibuja onírica y real, simple y magnate. No se si te se querer, pero amarte se me hace tan innato como respirar. Te veo tan claro entre las tardes y las olas, con el brillo tenáz del sol que hace juego con las manchas de tu iris, mientras el viento te despunta cada rulo que rebelde avanza hasta tu ceja. No se mucho del placer mítico, pero verte así, reflejado en el día, es alegría en su estado más puro. Siento estallar una catarata hormonal y se me condensan las ganas de saltar encima de tu cuerpo para olerte y sentir las brivaciones de tu torax, el reir de tus mejillas...Regalame una sonrisa socarrona, de esas que suben por tu barba hasta las pestañas. Contame como hacen los barcos para hundirse en una frazada, preguntame cuándo termina el mar o empieza la vida, hablame de las constelaciones y del fino límite entre la sugestión y el escote, llename de dudas y riquezas. Juguemos a ser niños, adolescentes, juguemos a que nos odiamos y nos peleamos. Abrazame fuerte, ahogame si hace falta, pero no me pierdas de vista. Creame y haceme creer que Ennio Morricone nos musicaliza la noche solo a nosotros. Besame, mordeme, haceme sentir todas aquellas sensaciones que se persiguen bajo las tinieblas o bajo las sábanas. Ayudame, corregime, obligame a aprender. Amame con todas las letras del alfabeto, con las cartas. Amame con la yema de los dedos, con la boca hambrienta, con las pupilas de recien levantado. Amame así, como yo te siento, que nací para gritarte con el alma que el mundo solo gira cuando te escucho la voz. Y también se detiene.